Aladino

Amabilidad, frustración, ira, paciencia…
Hay una serie formas de responder ante ciertas situaciones, que se supone que reflejan rasgos de personalidad subyacentes.
En psicología se intentaban descubrir mediante “tests proyectivos”.
De forma más o menos encubierta, se propone al sujeto, que, por ejemplo, se imagine en una situación o la recree.
De forma encubierta, sobre todo porque a nadie le gusta quedar mal y seguramente intentaríamos falsear el resultado para dar buena imagen.

El terapeuta observa las reacciones, a qué se da mas relevancia en las respuestas, con qué estrategias se afrontan conflictos o qué soluciones se proponen en situaciones determinadas… de hecho se espera que afloren (el sujeto “proyecta”) sus rasgos de personalidad, los conflictos conscientes, los conflictos inconscientes…

Imagen del test de frustración de Rosenzweig

Todo esto es hoy día bastante criticado.
Aún así, hoy te propongo hacer algo parecido, en el que sólo responderás ante ti mismo/a.
¿Recuerdas el cuento de Aladino? Si. El de la “lámpara maravillosa” (ojo que el original forma parte de “Las Mil y Una Noches”)

Dedícate unos minutos y piensa; si te concediesen 3 deseos, sólo 3 ¿qué pedirías?
¿Una montaña de dinero, una vuelta al mundo, salud infinita, amor a espuertas, juerga sin fin..?
¿Pedirías para ti, pedirías para los tuyos, pedirías para toda la humanidad?

Sé honesto/a ¿qué pedirías?. Nadie te ve, nadie te escucha.
Es posible que recurras a cosas absurdas, total esto en un juego.
Es posible que pienses con los pies en la tierra y sean cosas más asequibles, con más o menos esfuerzo.
Es posible también que nunca te lo hayas planteado.

Pues lo siento. Aladino no existe. Esos deseos, sean los que sean, sólo se podrán lograr si nos ponemos a ello. Si nos detenemos y valoramos qué nos importa y que estamos haciendo para conseguirlo, sea lo que sea.
Quizá hagas algo al respecto o quizá no.
Sin embargo, analiza de nuevo lo que hayas pedido, seguramente dice más de ti de lo que crees, y siempre es interesante tomar buena nota, no vaya a ser que un día aparezca Aladino.

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