Onus Probandi

Si un banco manifiesta y me reclama que le debo dinero, ese banco debe aportar pruebas, debe demostrarlo.
Si sostengo que ese dinero ya lo he devuelto, debo ser yo quién debe aportar las pruebas, debo acreditarlo.

Parece algo lógico.
Onus probandi, se llama en derecho:

“Lo normal se entiende que está probado, lo anormal se prueba
Affirmanti incumbít probatio (a quién afirma, incumbe la prueba)”

Básicamente, lo que se quiere decir con este aforismo es que la carga o el trabajo de probar un enunciado debe recaer en aquel que rompe el estado de normalidad. Es decir “la carga de la prueba” debe recaer en quién afirma poseer una nueva verdad sobre un tema.

Sin embargo, cuando se busca provocar con afirmaciones falsas o medias verdades o cuando no hay argumentos para defender lo que se manifiesta, se recurre a “escurrir el bulto” a eludir la carga de la prueba.

Eludir la carga de la prueba en una falacia que en lógica consiste en asumir que algo es verdadero o falso por el simple hecho de no aportar razones que fundamenten la conclusión (silencio), en negarse o en pretender que las aporte el oponente.

«Probat qui dicit non qui negat»
(‘debes probar lo que dices, no lo que niegas’)

La falacia, aunque quién la utilice ni siquiera conozca su nombre, está catalogada como “Argumento ad ignoratiam”.
Se defiende una proposición, argumentando que no existe prueba de lo contrario, diciendo la incapacidad de un oponente a presentar pruebas convincentes de lo contrario.
Quienes argumentan de esta manera no basan su argumento en el conocimiento, sino en la falta del mismo, es decir, en la ignorancia. 

Un ejemplo extremo, llegando casi a lo absurdo:

“Imagínese que alguien le dice que en algún punto por debajo de la superficie de Plutón, hay un hombre morsa diminuto que le envía mensajes psíquicos a usted cada medianoche… mientras que hace malabarismos con cráneos subido en un pedestal de color índigo.
Usted pide pruebas de la veracidad de esta declaración, pero le responden diciendo, ‘no puedes demostrarme que estoy equivocado’!”

De simple que es causa risa, pero una argumentación (una “no argumentación”, para ser exactos) similar, la sufrimos a diario en conversaciones, la escuchamos o leemos en medios, en declaraciones, en debates… 

Cuando dos partes debaten y uno asevera una enunciación que el otro pone en duda, el que asevera tiene una carga de la prueba consistente en justificar o fundamentar esa enunciación. Si la elude, hay remedio.
El antídoto lo nombré en un post anterior, en el que ya nombré la Navaja de Hitchens:
“Lo que se puede afirmar sin pruebas, se puede rechazar sin pruebas”
… y no pierdas un minuto más ahí

Amén